sábado, 27 de septiembre de 2025

DIOS SIEMPRE ES "RE-"


En el taller-retiro de misioneros, cada día comenzaba con un espacio de silencio que se extendía durante el desayuno y las tareas de limpieza, hasta el comienzo del trabajo a las 8. Para ayudar y conectar con lo que se estaba proponiendo, se daban unos breves puntos a las 6:30. Una de las mañanas me tocó a mí, y esto fue lo que ofrecí, por si sirve.

Puntos para meditar la sinodalidad

Me siento con la espalda recta y me voy relajando haciendo una serie de respiraciones abdominales, profundas, notando cómo el aire me llena por completo. Así me sereno y me centro, considerando “adónde voy y a qué” (Ej 239).

Notando cómo Dios me mira (Ej 75), cruzo la mirada con Él. Miro que me mira con amor y humildad.

La historia es el relato de los discípulos de Emaús: Lc 24, 13-35


1) Las rodillas duelen

Cuando nos sentamos en el grupiño, las rodillas que chocan, duelen. Están operadas, desgastadas, fatigadas.
La sinodalidad implica tomar en serio la igualdad radical de todos nosotros por el Bautismo, pero hay otra igualdad también constitutiva y esencial: la que nos coloca en la cola de los pecadores, junto a Jesús en su Bautismo.
Sinodalidad es caminar juntos, uno al costado del otro, mirar en la misma dirección, como estos dos amigos; pero también los codos se rozan, y, por el sendero, nos hacemos daño…
Es la sinodalidad una bella palabra, pero duele; no le sale de fondo una música de violines, sino que exige integrar diferencias, activar la acogida, alzar la comprensión mutua.
Y eso es difícil y trabajoso, cuesta, pasa obligadamente por el perdón.

_ Considero lo duro de la ruta, el cansancio y las ganas de renunciar, como estaban haciendo aquellos dos.


2) Siempre podemos reconocer a Jesús en el otro

Necesitamos para ello abrir los ojos interiores, y nunca lo logramos plenamente, es un proceso en el claroscuro de la fe.
Jesús se les acerca y, a pesar de que no lo identifican, Él lidera.
Explica la Palabra, enseña…
El big bang de la la sinodalidad es la escucha; la escucha del otro; la escucha de Jesús en el otro.
Solo así arde el corazón.

_ Traigo a la memoria rostros y palabras, momentos en los que ahora reconozco que Jesús me hablaba.


3) Pasar de “nosotros y ellos” a solo “nosotros”
 
El grupo de se había roto… “Nosotros esperábamos”, “unas mujeres de nuestro grupo”…
Están decepcionados, desconcertados, y se han separado de sus compañeros; vuelven a casa, el sueño de Jesús ha terminado, “ellos” se quedaron en Jerusalén.
Cuando conocemos a Jesús, nos vamos re-conociendo en nuestras heridas, nuestra común vulnerabilidad.
Dios siempre es re-: reconstruye, recupera, re-envía (como a Pedro, al que Jesús le confía la misma misión para la que había demostrado que no valía), regala, reúne, reforma, re-nueva… pon más verbos.
Para Él, “ahora es siempre todavía”, como dice Machado.
Porque Dios es el Dios del futuro: ya no mira lo que hemos hecho, está atento a lo que haremos.

_ Recuerdo, siento y gusto los per-dones (regalos excesivos, inmerecidos) que he recibido de Dios, y me abro con agradecimiento y humildad a mi próximo paso posible en el camino de la sinodalidad.

sábado, 20 de septiembre de 2025

LOS PUEBLOS ORIGINARIOS, PROTAGONISTAS DE LA MISIÓN


Testimonio de Verónica Rubí, misionera en la triple frontera Perú-Colombia-Brasil, territorio del pueblo tikuna.

La comunidad Magüta (comúnmente llamada tikuna) es una de las etnias originarias de esta zona de la triple frontera. Están asentados en los tres países: Colombia, Perú y Brasil. Tienen una cosmovisión muy bonita, de una estrecha relación con todo lo creado, una lengua que van revalorizando, y un gran sentido de la hermandad.

Verónica Rubí, actualmente misionera en Caballo Cocha, vivió durante 4 años en Umariaçú, del lado brasileño, inserta en una comunidad tikuna, donde compartió vida y fe de modo muy intenso.

En esos años se gestaron diferentes proyectos de formación y acompañamiento de estas comunidades, entre los que se destaca el Proyecto Iglesia Sinodal con Rostro Magüta, con la invalorable colaboración económica de Porticus, que permitió un fuerte impulso pastoral y de capacitación de líderes.

Aquí en Perú, la mayoría de las comunidades tikunas pertenecen a Iglesias evangélicas, los católicos son pocos y con escasa animación. A nuestro equipo misionero le pareció una buena idea que los mismos tikunas de Brasil pudieran hacer una misión de unos días en un poblado que pertenece a nuestra parroquia, llamado San José de Yanayacu. Nueve misioneros tikuna (adultos y jóvenes) viajaron surcando el Amazonas para encontrar a sus hermanos. Fueron acompañados, de parte de nuestro equipo, por Verónica y la hna. Marisol, y también estuvo presente el padre Ferney, sacerdote colombiano de origen tikuna.


El objetivo de la misión fue compartir la vida y la fe. No se había previsto la celebración de sacramentos, sino más bien espacios de intercambio fraterno y evangelizador.

Desde el comienzo se generó un hermoso espacio compartido con la comunidad de San José. Los misioneros fueron acogidos con calidez, y la comunidad local se sintió cómoda con su visita. Participaron de las actividades propuestas con alegría y sencillez.

Ellos mismos alentaron que hubiera espacios de catequesis, celebración eucarística y solicitaron la preparación al Bautismo de varios niños de la comunidad.

Todo fue transcurriendo en un marco de profundo respeto ecuménico y honda comunión en la hermandad tikuna. Fue una misión hecha en su misma lengua, con sus cantos, sus símbolos y experiencias, lo cual se vivió como una auténtica experiencia del Espíritu que traspasa fronteras.

Al final de los cinco días de misión, queda la gratitud por todo lo vivido, y también el desafío de profundizar el acompañamiento pastoral de la comunidad de San José de Yanayacu, especialmente apostando a la formación de algunos catequistas de la misma comunidad.

Lo positivo de la experiencia nos hace pensar que, también, es posible replicar esta experiencia de misión en otras comunidades tikuna de nuestra región, con características similares.

Verónica Rubí
Misionera laica en Caballo Cocha
Vicariato Apostólico San José del Amazonas (Perú)

sábado, 13 de septiembre de 2025

EL AGUA DE LOS RÍOS AMAZÓNICOS ES UN VENENO

 
Un reciente estudio caracteriza con datos científicos la alarmante contaminación por mercurio de los ríos de la Amazonía peruana debido a la proliferación abusiva e incontrolada de la minería ilegal. Se lo he escuchado a la gente muchas veces: “el agua del río es una cochinada”. Ya no es solo que está sucia: es escasa y tóxica. Poco a poco la ambición y la estupidez del ser humano están convirtiendo el elemento esencial para la vida en un tóxico letal.

La investigación, cuyo fruto lleva por título “Mercurio en Loreto: exposición humana y en peces en el contexto de la expansión mineraamazónica”, analizó muestras de cabello humano, peces y sedimentos en tres comunidades del Bajo Putumayo, y comparó los resultados con los datos reportados en seis comunidades de la cuenca del Nanay-Pintuyacu.

El Bajo Putumayo presenta un valor medio de mercurio en cabello humano de 15.67 mg/kg, casi el doble de lo registrado en Nanay-Pintuyacu (8.41 mg/kg). Si consideramos que el límite de referencia de la OMS es de 2.2 mg/kg, resulta que en el Putumayo es 7 veces más alto de media, y hasta 22 veces en las mediciones más elevadas. Una auténtica barbaridad. Ya teníamos en el Vicariato datos de un estudio realizado en el río Napo en el año 2011, que arrojó una tasa de mercurio que multiplicaba por 5 los estándares de la OMS; catorce años después, la situación ha empeorado.

El 83 % de personas evaluadas en el Bajo Putumayo presenta niveles de riesgo alto para la salud, y este es el resultado más elevado jamás registrado en la región Loreto. En esta cuenca, el 97 % de la población estudiada evidencia exposición crónica; en el Nanay-Pintuyacu es del 96 %. Está demostrado que la exposición prolongada a metales pesados provoca daños en órganos como el hígado y los riñones, problemas neurológicos, cardíacos y gastrointestinales, y aumenta el riesgo de cáncer. En niños puede producir bajo peso, retraso en el desarrollo, problemas cognitivos y daños cerebrales.


Para los habitantes de la ribera, el agua es la misma vida. La usan para beber, para cocinar, para lavar… Desde que nacen viven en el río, su cultura es la canoa, la pesca, la cocha, el baño. Dependen absolutamente del agua, y el agua se está tornando un veneno que mata, que ya está sembrando los ríos de enfermos y de cadáveres, y que compromete seriamente el futuro: el 81 % de las mujeres en edad reproductiva en el Bajo Putumayo y el 35 % en el Nanay-Pintuyacu están en condiciones de alto riesgo, lo que podría derivar en daños neurológicos irreversibles en el desarrollo fetal y otros efectos materno-infantiles.

¿Por qué ocurre esto? Por los intereses depredadores de los mineros, protegidos por leyes y normativas que emiten sus compadres dentro del Congreso de la República. Y por la complicidad e inacción del Estado, comentadas días atrás en una entrevista por el obispo de Iquitos, Miguel Ángel Cadenas: “No me creo que no haya plata… lo que ocurre es que conscientemente no quieren dedicarla a aquello que es absolutamente necesario para proteger a la población” aseguró ante la excusa de que los exámenes médicos son altamente costosos.

A pesar de las denuncias y movilizaciones, Mons. Miguel Ángel decía que “el número de dragas ha seguido creciendo, ya que las embarcaciones ingresan tanqueadas al 100% con combustible”, lo que alimenta la expansión de la minería ilegal en la Amazonía. Pero, además, este negocio ilícito viene acompañado de una serie de problema sociales, pues convive con mafias dedicadas a la trata de personas, explotación sexual, trabajo infantil, trabajo esclavo, lavado de dinero y tráfico de armas. Estos grupos criminales campan a sus anchas en territorios “liberados” del control del Estado, como nuestra selva.

En fin, un horror… Escribo esto con la esperanza de que divulgarlo sirva para algo. Al menos para que como Iglesia pongamos decididamente manos a la obra en la defensa de la vida de nuestros pueblos. Porque creo que, en este y otros asuntos realmente graves, tenemos que aplicarnos lo de San Francisco: “Comencemos, hermanos, a servir al Señor, porque hasta ahora poco o nada hemos hecho”.

sábado, 6 de septiembre de 2025

“EL CADAVER ECHÓSE A ANDAR”. SEMANA SOCIAL DE LA IGLESIA PERUANA 2025

 
Fue una Semana Social tan alegre, que creo que es la mejor noticia para la Iglesia peruana en 2025, después del nombramiento de León XIV. En Lima hubo una florida representación de todos, todos, todos: por un lado, un fértil diálogo intergeneracional entre los jóvenes y los clásicos, la savia nueva y los “viejos rockeros” de la Pastoral Social, que nos ofrecían la referencia de las citas históricas anteriores; de otra parte, un sentarse juntos a escucharse de la Iglesia institucional y las bases, varios obispos y los luchadores, algunos con muchas horas de vuelo y cicatrices.

La metodología, inductiva y sinodal, del ver-discernir-actuar, permitió hacer visibles y manejar los análisis gruesos de la situación de nuestro país y las grandes causas: la crisis climática sin retorno, el deterioro de la democracia, la liquidación práctica de la separación de poderes, las violaciones de los derechos humanos, la pobreza rampante, la minería ilegal, la modificación de la Ley Forestal… La Amazonía fue puesta desde el inicio en el foco, por actualidad y por justicia.

Carlos Castillo, Pedro Barreto, Rosa María Palacios, Jorge Izaguirre… compusieron el cartel de rostros y nombres prestigiosos, junto con Yolanda Flores y José Manuyama. Ellos prendieron los lemas, las consignas, las palabras potentes heredadas del ingenio de Francisco: caminar juntos, cultura del cuidado, todo está conectado, el bien común, la escucha, la fuerza de la ternura… La circulación de estos valores, motivos y propósitos, que pasan de mano en mano y de corazón a corazón, nos otorga identidad, aúna voluntades, enfoca aspiraciones y crea sinergias. Lo hemos sentido de modo muy estimulante.

Algunos peros: a pesar de que estaba concebida como un espacio de diálogo y propuestas en medio de la crisis sociopolítica que atraviesa el Perú de cara a las elecciones del año próximo, lo cierto es que la cantidad y dispersión de los argumentos no ayudó a focalizar claramente el tema. Solo Rosa María Palacios habló de la coyuntura pre-electoral más decididamente, pero seguimos necesitando una palabra enérgica y clara para sumar al discernimiento de los católicos. Además, lo numeroso de los grupos de trabajo, y la propuesta de elaborar las conclusiones de los diálogos con creatividad y arte, tal vez restó profundidad a las reflexiones.

Con todo, las sensaciones fueron muy positivas, las sonrisas se mostraron ostensibles y abiertas, el ambiente teñido de buen humor y la comida excelente. Creo que todos los participantes salimos de CEFOSA con mociones muy claras de continuar, comprometernos más y construir esperanza profética con valentía y resolución.

Una manera divertida de incidir fue el pasacalle: protesta y reivindicación acompañada por una magnífica batucada; se nota que quien ha escrito que fue una “triste” semana social no vivió ese momento tan significativo. Allí estábamos toditos: paso de relevo alegre y sinodal, recoger la tradición de las semanas sociales y lanzarla hacia adelante. El cadáver está muy vivo, como reseñó Alfredo Vizcarra en el mensaje final, glosando a César Vallejo, palabras plenas de contenido y mirada al futuro.

Finalmente, gracias a los organizadores en algunos nombres propios: Silvia Cáceres, Silvia Alayo, Glafira Jiménez, Javier Jahncke, Enrique Gonzáles y otros muchos. Ojalá en lo sucesivo se sumen más entidades eclesiales para seguir caminando y empujando juntos.

(Publicado en la revista Signos, del Instrituto Bartolomé de Las Casas - Lima)

sábado, 30 de agosto de 2025

INMORAL LEY DE AMNISTÍA EN PERÚ


Seguro que a Pilar Arroyo no le importa que yo reproduzca en parte y parafrasee su artículo de Coyuntura de este mes de agosto 2025, que se puede leer completo acá. Lo que yo quiero decir, ella lo dice mucho mejor.

Un buen ejemplo para entender lo que está ocurriendo en Perú se dio el 13 de agosto: la presidenta Dina Boluarte promulgó una infame y vergonzosa ley que otorga amnistía a los miembros de las fuerzas de seguridad y de los comités de autodefensa por crímenes graves contra los derechos humanos cometidos durante el conflicto armado interno, entre 1980 y 2000. De este modo la coalición gobernante ha seguido avanzando en sus objetivos de control de las instituciones e impunidad para delincuentes y violadores de los derechos humanos.

La norma fue promulgada con amplia fanfarria en Palacio de Gobierno, ignorando el pedido de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de que el Ejecutivo observara la ley enviada por el Congreso (…). En Palacio se dieron un gran abrazo Dina Boluarte y el General Rivera Lazo, condenado a 25 años de prisión por haber sido el jefe directo del Grupo Colina*.

Esta ley concede amnistía a miembros de las Fuerzas Armadas, la Policía Nacional y a miembros de los Comités de Autodefensa que participaron en la lucha contra el terrorismo y fueron denunciados, investigados o procesados por diversos delitos considerados de lesa humanidad. Su aplicación anula 156 sentencias y 600 procesos en curso, beneficiando entre 300 a 900 policías, militares y miembros de los comités (se han dado ambas cifras), envueltos en 756 casos de graves violaciones a los derechos humanos durante la época de la violencia política que azotó al país.

Inmediatamente después de la ceremonia de promulgación en Palacio, Fernando Rospigliosi declaró que darán una similar para Dina y demás responsables de los 49 asesinados en las protestas de diciembre 2022 e inicios del 2023.

Numerosas organizaciones nacionales e internacionales han manifestado su condena a dicha norma; citamos aquí lo dicho por Volker Turk, alto comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos:
“La ley de amnistía promulgada en Perú viola los estándares internacionales y es un retroceso en la búsqueda de justicia por las graves violaciones a los derechos humanos cometidas durante el conflicto armado interno en el país. El derecho internacional, al que está obligado Perú prohíbe claramente las amnistías y la prescripción de graves violaciones de los derechos humanos y del derecho internacional humanitario” (negritas del original).

En las Conclusiones del Informe Final de la Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR), tan vilipendiada por el sector partidario de esta amnistía, cuando se refiere a la labor de las fuerzas armadas, se afirma:
“En ciertos lugares y momentos del conflicto la actuación de sus miembros no sólo involucró algunos excesos individuales de oficiales o personal de tropa, sino también prácticas generalizadas y/o sistemáticas de violaciones de los derechos humanos que constituyen crímenes de lesa humanidad así como transgresiones de normas del Derecho Internacional Humanitario” (Conclusión n. 55).

Esta afirmación fue claramente demostrada en los casos emblemáticos de las masacres de Cayara (donde infantes de Marina drogados violaron a las mujeres antes de matarlas), Putis, Los Cabitos (sede del Comando Político Militar de Ayacucho) y Umasi (1983); todos ellos en Ayacucho. También en el caso de Barrios Altos en Lima (donde fueron asesinados heladeros que hacían una pollada que nada tenían que ver con Sendero Luminoso, entre ellos un niño de 9 años); y también, una vez más, en el juicio a los responsables de las violaciones masivas a mujeres en Manta y Vilca; así como muchos otros casos más.

Por otro lado, las declaraciones del ex teniente Telmo Hurtado, en 1985, en el juicio que se le siguió por la masacre de 69 comuneros de Accomarca (26 de ellos niños), dejaron en claro que los superiores permitieron una política de exterminio contra campesinos inocentes, entre ellos niños y ancianos. Ello fue corroborado por el entonces candidato presidencial Ollanta Humala, quien señaló que el Manual de Contrainsurgencia ME 41-7 ordenaba matar a jefes y a quienes se considerara colaboradores de la insurgencia, aunque no estuvieran armados.

La actuación de la coalición autoritaria, ultraconservadora y mafiosa que gobierna Perú ha demostrado hasta la saciedad que no los guía la búsqueda del bien común, sino sus particulares, criminales y oscuros intereses.


* El Grupo Colina fue un destacamento de inteligencia y escuadrón de la muerte del ejército peruano establecido en octubre de 1991 como parte de una estrategia de guerra de baja intensidad emprendida por el Estado a través de sus fuerzas armadas durante el gobierno de Alberto Fujimori. Fue desactivado oficialmente en noviembre de 1992 y dado a conocer públicamente en 1993. Dependía del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) directamente, y, a través de una cadena de mando paralela, del Comandante General del Ejército y del asesor presidencial Vladimiro Montesinos.
El grupo Colina participó en los asesinatos y desapariciones de al menos cuarenta y nueve personas, mediante sistemáticas violaciones a los derechos humanos, siendo las más destacadas las masacres de Barrios Altos y La Cantuta.
Durante los procesos de Alberto Fujimori, el expresidente fue condenado por su responsabilidad mediata de las actividades de este destacamento, al igual que el exasesor presidencial Vladimiro Montesinos. Los miembros del escuadrón fueron condenados a penas entre quince y veinticinco años de prisión.